Era muy muy piku cuando quedé marcada para toda la vida, de golpe. Maduré a los apurones. Una ida sin vuelta, las palabras que nunca se dijeron, la sensación de que en cualquier momento podría terminarse todo y podrían quedar más palabras sin decirse. Muchas emociones y pensamientos para una mente tan poco desarrollada. Algo que me hizo ver el mundo real, tal cual era, con todo lo negro, toda la oscuridad (en un solo abrir y cerrar de ojos, de un día para otro, literalmente). De sentir toda la felicidad, de sentir mi vida completa a tener un vacío enorme y a saber que en cualquier momento ese vacío podía vaciarse más (con otras idas sin vueltas, como las llamo yo desde ese momento). Ese día, hace 4 años, empecé a buscar en libros, Internet, revistas y demás, algo que me explique por qué me sentía así. Encontré algo que me cambió la vida, PARA SIEMPRE. Fue mi primer y única filosofía de vida, la explicación a todo lo que me pasaba, una manera única de sentir las cosas. Me hizo ser más demostrativa, más paciente ; me hizo vivir a pleno cada momento, disfrutar cada ‘hoy’ sin importar lo que pasó ‘ayer’ ni lo que va a venir ‘mañana’ , pensar que nunca vamos a estar seguros si vamos a tener la misma oportunidad dos veces y a aprovechar cada situación. Me hizo ser más cariñosa y estar siempre preocupándome por los demás (nunca sé si mañana se van a ir de mi vida o si yo me voy a ir de la de ellos). Me hizo sentirme libre para expresar lo que pienso, hago y siento, sin importar lo que cause en los demás.
No es rebeldía, no es madurez, no es extraño, no es prohibido, no es mejor ni peor; simplemente es diferente, es otra forma de ver la vida, otra forma de vivir, otra forma de ser. EN MI, es mejor, es efectivo y siempre lo fue.
Hoy me declaro una incansable promotora de esta filosofía, pero sólo con las personas que amo. Con una persona en especial, la que va a tener grabada para siempre lo que yo quiero para ‘ella’.

Hoy vivo. Hoy y siempre:

CARPE DIEM.